La epidemia de violencia armada de nuestro país es una emergencia nacional de salud pública, y Joe está luchando por reformas audaces para salvar vidas. Ha exigido una respuesta urgente a la crisis nacional no solo a la horrible regularidad de los tiroteos masivos, sino también a los impactos cotidianos y el trauma de la violencia en los vecindarios de todo el país.
Joe aboga por reformas de sentido común para reducir la violencia armada, con el apoyo de la mayoría de los estadounidenses. Eso incluye elevar los estándares para la propiedad responsable de armas a través de verificaciones sólidas de antecedentes, un sistema nacional de licencias, elevar el límite de edad para la compra de armas a 21 y cerrar la laguna jurídica de las ferias de armas. Ha luchado para responsabilizar a los fabricantes y distribuidores de armas de la violencia armada, alzándose en el Congreso contra los esfuerzos del grupo de presión de armas para limitar su responsabilidad. Presentó legislación con sus colegas en Massachusetts para alentar a los estados a adoptar estrictos requisitos de licencia tanto para los traficantes de armas como para los propietarios, así como para involucrar a la policía local a través del proceso para evitar que las armas caigan en las manos equivocadas.
Joe cree que las armas de guerra no tienen lugar en nuestras calles y apoya la prohibición de las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad. Ha sido un firme defensor en el Congreso de las inversiones en investigación de violencia armada, esfuerzos de prevención de suicidios, y programas de salud mental para ayudar a quienes los necesitan. Joe es un fuerte defensor de las leyes de Bandera Roja que desarman a los propietarios de armas que representan una amenaza para sí mismos o para otros, así como iniciativas para mantener las armas fuera del alcance de los abusadores domésticos y de los condenados por delitos de odio.